CAN BENET
Dans un cadre chaleureux et soigné, ce restaurant traditionnel andorran s'étirant sur deux étages propose différentes préparations typiques d’escargots, poissons, viandes, cèpes ou encore à base de foie gras. Pour les amateurs de saveurs un peu plus fortes et moins habituelles, apprenez ici que le Can Benet propose, lorsque c'est la saison, quelques préparations de gibier, parmi lesquelles nous recommandons la perdrix et les civets de sanglier et de lièvre. Une adresse authentique andorrane que l'on trouve dans les ruelles d'Andorre-la-Vieille.
Le saviez-vous ? Cet avis a été rédigé par nos auteurs professionnels.
Avis des membres sur CAN BENET
Les notes et les avis ci-dessous reflètent les opinions subjectives des membres et non l'avis du Petit Futé.
El señor que nos recibió nos envió a dar un paseo de 15 minutos, pues "aún no estaba abierto".
Tras el paseo de un cuarto de hora, volvimos al restaurante y, desde el descansillo de la escalera que hay a la entrada, una señora de la que solo veíamos sus pantalones nos inquiría a gritos si teníamos reserva.
A pesar del trato que nos estaban ofreciendo decidimos quedarnos.
Pésima decisión: todos los platos del menú eran a compartir excepto los pies de cerdo y el postre. Eso quiere decir que compartimos un escueto carpaccio, 8 mini croquetas (quemadas) y 8 raviolis (rellenos de ausencia de foie)
Tras este deleite, dos trozos de pies de cerdo tristes y abandonados en el plato. SIN guarnición. En serio, ¿qué cuesta ponerle una patata o una lechuguita al lado?.
De postre, dos bolitas de helado de bote dentro de una galleta impracticable, dura y seca. Triste.
Lo peor no es la calidad del menú ni el robo que éste supone al haberlo de pagar por un total de casi 74 euros.
¿Cómo explicarlo? A ver, imaginaos un granjero dándole de comer a sus cerdos. Seguro que lo hace con más cariño, en serio.
Es imposible describir el desastre del servicio. No cambian platos ni cubiertos, recogen las sobras directamente por delante de ti (colocando sus axilas a 10 centímetros de tu cara) y las colocan en un garidón anexo a tu mesa en el que las gestionan sin escrúpulos (intento no ser demasiado explícita, pero la escena es realmente ilustrativa de lo que puede estar pasando de puertas adentro en la cocina)
En nigún momento nos dirigieron la palabra, ni un "¿va todo bien?","¿falta alguna cosa?", "¿qué les ha parecido el carpaccio?"... NADA.
De hecho, entraban y salían de la mesa recogiendo y metiendo platos sin decir nada, con prisas, sin ganas.
El colmo fue cuando escuchamos cómo, mientras finalizábamos los pies de cerdo, la encargada nos señalaba a nosotros mientras le decía a una familia que esperaban mesa: "tranquilos, estos se van ya". Denigrante.
La cuenta llegó rápidamente y sin café previo: casi 74 euros.
Pagamos, nos levantamos, saludamos amablemente para despedirnos de algunos conocidos que se habían instalado en mesas contiguas, y marchamos.
Aún esperamos que nos despidan con un "gracias por venir" o un "hasta pronto".